miércoles, 17 de junio de 2009

FiSahara. Día 3: La llave del 17

(07/05/09)
Hoy he conocido la historia de Man Chagaf, el realizador saharaui que presenta hoy su primer cortometraje: Belgha, la memoria viva. Ya hace tiempo que tuve el honor de conocer a esta maravillosa persona, pero más admirable me parece su historia tras conocer la aventura vivida para llegar al Festival. A pesar de ser hijo de madre con DNI español –cuando el Sahara aún era colonia española-, no disfruta de esta nacionalidad. Su pasaporte argelino caduca este mismo mes y Argelia no se lo renueva. Este ha sido el motivo por el que ha tenido que viajar en coche desde Mauritania para llegar al campamento de refugiados.
Venía por el desierto con su sobrino cuando pincharon. Cuando fueron a cambiar la rueda se dieron cuenta que les faltaba la llave del 17. Eran entonces las 13:00, con un sol de justicia en mitad del infierno del desierto. Fiel a la filosofía saharaui, Man –que llevaba conduciendo desde la 5 de la mañana- optó por tomar un té a la sombra de unos árboles, comer un poco y dormir hasta las 16:00 horas para recobrar fuerzas.
A esa hora, Man y su sobrino comenzaron a caminar en dirección a la población más cercana. Cayó la noche y la referencia del monte que les guiaba se convirtió en tan sólo la silueta de un montículo en el horizonte, bajo la luna que presumiblemente estará llena esta misma noche.
Tras 35 kilómetros y más de 7 horas caminando por el desierto, al fin llegaron a la población. Durante el trayecto, adoptaron un erizo y encontraron cuatro camellos que el tío de Man perdió hace unos años.
Esta aventura ilustra muy bien el espíritu saharaui, su optimismo inagotable y su paciente filosofía ante la vida. Una imagen vale más que mil palabras y, ante las fotos de los pies hinchados y con ampollas de Man y las fotos del futuro saharaui, me incliné por éstas últimas. Esta tarde, espero que Fátima nos cuente cómo le ha ido hoy en su tercer día del festival. Hasta entonces.

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