Este año he escuchado comentarios de algunos ‘primerizos’ en el festival del tipo “pues me lo imaginaba peor” o “pues no están tan mal”. Vivir exiliado de tu tierra, en el infierno del mundo, dependiendo de la ayuda humanitaria de la misma comunidad internacional que permite que Marruecos continúe pisoteando los Derechos Humanos de los saharauis no les debe de parecer suficiente.
En una cosa tienen razón y, en cierto modo, tenemos que cambiar el chip: “ya no viven en condiciones infrahumanas”. La carretera poco a poco llega hasta Dajla, cuentan con un cibercafé y la cobertura móvil ha comenzado este año a hacer acto de presencia. Avances que parecen chocar frontalmente con la realidad de un campo de refugiados. Pero no se equivoquen, que los saharauis son pacientes, pacíficos, pero no estúpidos. Y después de llevar 35 años en el desierto sería del género idiota pensar que se van a conformar viviendo anclados en el pasado.
No nos ceguemos con esas ilusiones ópticas, con esos espejismos que para muchos son los mismos que afectan al Gobierno español. Para los que lo conocemos más de cerca sabemos que no es eso lo que ciega a nuestro Gobierno… sencillamente, cierran los ojos.
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