Justo el día que la acampada-protesta "35 Días de Ruido, 35 Años de Olvido" toca a su fin, de la que uno de sus principales impulsores, José Díaz, miembro de la Plataforma Universitaria de Apoyo al Sáhara, ha asegurado que "hemos conocido el conflicto de primera mano y hemos comprobado cómo los jóvenes saharauis ya no creen en las instituciones de la política internacional para solucionar el conflicto", el Festival de Málaga otorga su Premio a Rosa María Sardá en reconocimiento a su brillante carrera.
La misma Sardá que se unirá una vez más al FiSahara, para cuya celebración sólo resta una semana. Sardá contribuirá con su granito de arena, como ha venido haciendo los últimos años, para que durante una semana el mundo de la cultura y el cine pose su mirada en el Sáhara. Así, tal vez, esa política internacional en la que los jóvenes saharauis han perdido la fe, no tendrá más remedio que, al menos, avergonzarse por su apatía, por su insensata tolerancia hacia los crímines que comete Marruecos día tras día.
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