lunes, 22 de junio de 2009

Vacaciones en Paz 2009

El programa 'Vacaciones en paz' ha superado un año más las adversidades y ha traído a España a unos centenares de niños saharauis que pasarán dos meses en España con sus familias de acogida. Hoy son noticia los 150 niños que han llegado a Aragón, organizado por los compañeros de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui Um Draiga y otras asociaciones de la Comunidad Autónoma de Aragón. 50 niños pasarán las vacaciones en Teruel, 25 en Huesca y el resto en Zaragoza capital y provincia. Pero no son los únicos; este mismo proceso se da en diversos puntos de España, como otros 140 niños en Córdoba, por ejemplo.

Se cuida al máximo la integración con las familias, muchas de ellas primerizas y otras que repiten, con monitores saharauis que ayudan en esta integración. La estancia de dos meses servirá, además, para que los niños tengan un completo reconocimiento médico que en su hogar, en mitad del desierto, difícilmente pueden tener.

Pero este año la crisis se ha hecho notar. Aún hay Comunidades en las que todavía no hay suficientes familias de acogida por lo que es posible que algunos niños saharauis no puedan visitar España. Una pena, porque la satisfacción personal de todos cuantos acogen a estos niños es unánime cuando se les pregunta. Y huelga decir el beneficio que representa para los niños.

Hubo un tiempo en que yo no estaba seguro de la utilidad real de estas vacaciones. Me dio por pensar que podía resultar, incluso, un poco cruel, puesto que ponías a su alcance, durante dos meses, algo tan cotidiano como una bicicleta o un helado... o miel... o un simple caramelo... para después arrebatárselo de golpe con su regreso al desierto. Sin embargo, cuando uno visita los campamentos se da cuenta de la utilidad de estos viajes.

Uno puede ver en primera persona cómo los niños mantienen el contacto con sus familias de acogida durante el resto del año, cómo se establece un vínculo inquebrantable por muchos kilómetros de arena que pongamos por medio. Y eso, amigos míos, no tiene precio.

Por eso merece la pena ese esfuerzo para que todos los niños tengan su familia de acogida. Será una experiencia que ninguno olvidará. Prometido.

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